Por Mercedes Pescador, patrona de la Fundación para la Diversidad
Es pura casualidad (o no) que mis amigos, los patrones de la Fundación para la Diversidad, me hayan pedido que escriba a propósito de este décimo aniversario. El título, algo bíblico, me salió así de espontáneo para rescatar algunas lecciones en materia de difusión o relaciones públicas, mi tema desde que tengo uso empresarial.
¿Qué hacer y qué no a la hora de dar a conocer una Fundación nueva en España? ¿Cómo desarrollar una estrategia de comunicación eficaz que posicione a la entidad como fuente de información? ¿Qué es lo que ha convertido a la Fundación para la Diversidad en la entidad de referencia del país?
Inmediatamente, mi memoria me traslada en busca de respuestas a la mañana del 17 de marzo de 2009. Estoy en la sede del antiguo Ministerio de Igualdad del Gobierno de España, en aquel salón de actos con olor a madera antigua, junto a personas y palabras inolvidables. Veo a una mujer-mujer, de esas que tienen dos ojos delante y dos detrás para intuir y cantar sin miedo lo que sucederá en España. Es Myrtha Casanova. Está sentada frente a más de doscientas personas en una mesa que impone respeto: “Las organizaciones deben asumir y potenciar que las plantillas estén compuestas por individuos muy diferentes en habilidades personales, así como en otros factores demográficos, culturales y sociales. La Fundación para la Diversidad y el Charter de la Diversidad serán un apoyo fundamental en el futuro inmediato”, vaticina la primera presidenta de esta nueva entidad.
Una mañana femenina y soleada
Aquel 17 de marzo casi primaveral celebramos el estreno en sociedad, la presentación pública de la Fundación para la Diversidad en España. Myrtha Casanova comparte mesa con Belinda Pyke, Directora General de Igualdad y Antidiscriminación de la DGV de la Comisión Europea. Es una mañana soleada, muy femenina, poco frecuente, en la que decenas de empresas escuchan atentas argumentos nuevos sobre la necesidad de gestionar lo diferente porque, según dicen las ponentes, “es rentable” desde todos los puntos de vista.
De pie, muy cerca de ellas, desde al atril, habla Javier Benavente, procurando que la inteligencia de Myrtha, su visión anticipada de la diversidad, no se la lleve el viento sino España, las empresas y las organizaciones; convirtiendo, con su talante emprendedor, esa necesidad imperiosa de gestionar lo diverso, de llevarnos bien, de entender los cambios, de humanizar a los humanos, en una realidad firme; poniendo acciones, presupuesto, objetivos y compromisos a la entidad recién nacida.
El 17 de marzo de 2009 firmaron el Charter de la Diversidad las primeras empresas del país. Siempre, la primera vez, es imborrable. Es, precisamente, en el origen donde encontramos casi todas las respuestas de lo que somos o seremos. También, es donde se esconden las decepciones.
Javier Benavente, presidente de la Fundacion ALARES y promotor junto a Myrtha Casanova y la Comisión Europea, de la Fundación para la Diversidad, siempre tuvo la arriesgada habilidad de plantar semillas de amapolas donde nadie hubiese ni siquiera vislumbrado tierra y, también, la bendita fe para esperar sus frutos. Confiaba, ya entonces, en que la Fundación para la Diversidad sería después de diez años de actos, de firmas, de predicamentos y de generoso trabajo, el impulsor más veterano y fructífero de algo tan básico como la diversidad en un mundo diverso. Lo es.
Despliegue mediático, cientos de titulares
Tuve la fortuna de participar en aquel primer evento de la Fundación para la Diversidad en España. Entonces, lo hice en calidad de coorganizadora del estreno, con un amplio equipo de profesionales de la comunicación de mi empresa Medialuna. Guardo con especial atención en los archivos de la agencia la primera convocatoria que emitimos a la Prensa, las primeras coberturas mediáticas (más de un centenar), las entrevistas con los promotores, el dossier informativo, el primer comunicado de anuncio, los artículos de opinión; el plan de trabajo y la hoja de ruta de una campaña informativa que marcaría un antes y un después. Más de un centenar de periodistas escribieron titulares así: “Nace la Fundación para la Diversidad”, “Un código para el apoyo a la diversidad; “No se ha entendido que el mundo es diverso”…
De aquellas primeras semillas informativas, nacieron otras actividades: actos de firmas celebrados por toda la geografía española y Congresos multitudinarios que, me consta, han sido organizados con inmenso empeño, generosidad y esfuerzo de su primer impulsor, Javier Benavente y de su equipo en la Fundación ALARES.
Diez años después de aquel primer estreno, por amistad, confianza y cariño soy patrona de la Fundación para la Diversidad y comparto ideas y entusiasmo con personas excelentes que voluntariamente aportan conocimiento y tareas. He visto crecer la Fundación en presencia, afluencia e influencia. Miro esa foto de familia captada en el primer evento y me parece increíble que hayan pasado dos lustros. Estamos casi igual; apenas unas cuantas arrugas, por las muecas de tantos buenos ratos compartidos, nos delatan.
La capacidad de sonreír y perseverar
Descubro entre los papeles y fotografías claves y estrategias de comunicación que son del todo aplicables a cualquier entidad que desee prosperar: la capacidad de sonreír en cada encuentro, la anticipación, la valentía en el uso de la palabra, la visibilidad y la perseverancia para no desanimarse en ninguna convocatoria o encuentro.
La Fundación para la Diversidad ha sabido actuar desde el principio como la gran entidad que es, digna de todos los despliegues mediáticos y sociales. Comunicó con esmero su nacimiento y lo sigue haciendo porque sabe que hace historia y que la historia si no se escribe no cuenta. Las páginas de los primeros diez años de la Fundación Diversidad están cargadas de abrazos, de pasión, de recuerdos y, sobre todo, de compromisos de personas nobles y empresas punteras.
Seguimos trabajando. Preparamos ya el próximo Evento, que tendrá lugar en diciembre de 2019 en Madrid y servirá de homenaje y de estímulo para alcanzar nuevas metas en materia de diversidad, igualdad y convivencia. A fin de cuentas, ¿qué son diez años en una vida? El adiós a la infancia, el principio de la creativa adolescencia en la que queremos romper todos los límites. El evento de conmemoración de los 10 años de la Fundación Diversidad está abierto a la participación de cualquier empresa e institución que desee ayudarla a seguir creciendo tan hermosa y atrevida.